El Gato

miércoles, 16 de junio de 2010

 

Entonces viste a la distancia mientras el viento guardaba silencio, en tus ojos aquella divagante mirada; tu rostro oculto tras el agitar de tus cabellos rebeldes ante la escasa brisa. A diferencia de este, reposaba frente a ti asumiendo la postura ligera del viento y disperso el aquel viaje, contemplado en tus orbes, poco… en realidad nada había por decir mientras se erguía llevando sus manos tras de si apoyadas en sus bolsillos. Una tras otra, desventurada recorría los pasillos de su mente mas sus labios aun no comprendían y ostentaban enmudecidos el nerviosismo. Ahora tú, hecha de piedra, inmóvil aun o solo atrapada en la eternidad. Entonces sus ojos se abrieron y encajaron el pálido techo de su habitación no encontraba a su alrededor un solo rastro de aquella dulce frialdad, ni del sabor del mármol del que disponía su piel, la brisa se hizo libre de repente, así comprendió, una pesadilla o quizás el mas exquisito de los sueños, de pie un paso tras otro y la frialdad del azulejo recordó un instante el momento. Una sonrisa se poso sobre sus labios, la ironía rebosaba en ella mientras aun desnudo se acercaba a un costado de la habitación y se envolvía en una bata y emprendía ruta al baño, aun sus ojos no se desprendían del suelo, aunque la expresión risueña de sus labios no conseguía esfumarse sus mirar se disipa, entre ello tomaba la perilla, abriéndole sin desprenderse de aquellas vestiduras, cada gota empapaba la tela y pronto se esparcía sobre sus piel, elevando la mirada las atrevidas gotas se estrellaba desalmadas en su rostro y como en otras tantas susurros salinos escapaban de sus ojos ya cerrados, perfectamente ocultas entre las mareas artificiales, reabrir y tomar el proceso natural de una ducha, saldría goteando todo el camino.
Su gato, caballero y compañero de aquellas largas jornadas escapaba aparentando una suspicaz gracia, o solo presumía su sencilla vida. Preguntándose si en verdad le cuidaba por compañía o solo por envidia dejaría caer la empapada bata y aun con las gotas algunas mas amargas que otras, disfrazaría su presencia y acomodaría su apariencia

-que dirá Matías de mí si me quedo es estas fachas-

Reía y se distraía con su reflejo mientras hacia charla a su imagen, el viejo peludo era un interesante tema de conversación, este pronto se asomaría al repercutir de su nombre agitando su cola y maullando con fuerza, era de notar exigía sus croquetas, como fiel amo o tal vez sirviente del pulgoso llevaría su comida y se iría por la propia era curiosa la ordenanza de la prioridades. No mas ocupaciones solo quedaba escapar de las mismas paredes y correr asía la puerta, mas disimulaba su afán, recurriendo nuevamente a unas palabras “espero que no lo note Matías” refiriendo a sus deseos de huida, mientras le veía olvidarle sobre su platón de comida…

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