Relato a una luna herida

miércoles, 16 de junio de 2010

 

Nuevamente algunos pasos al caer de la noche, podría sentir su calidez a mis espaldas mientras me sigue, mas no girare mi mirada, quizás escape al verle ya está segura y sabe que falte a mis promesas, es fácil notar cuando aquellos helados cristales escapan de sus ojos, abrazando el vacio al desplomarse, destrozándose al acariciar la tierra, esa pequeña chispa al desaparecer le delata, aquel sonido rompe mi corazón de nuevo, mas mis pasos deben continuar
-Ese caminante solitario ya no puede ser por mas tu resguardo, cuanto lo siento mi querida lluna pero ahora busco otros ojos, otro aroma y como dudarlo siquiera; aquel tenue y enamorado tono de sus voz al esbozar en sus tiernos labios este mi mas agraciado obsequio, que mas podría ser, ¿que mas? si no el fruto de su dicha dibujado en ellos con la inocencia de su sonrisa, ahora es ella quien desvela mis noches, aquella única que le ha dado un nuevo sabor a estas travesías-
Regresa a mí las voces de la mente estrellándose en entre zarpazos
-Pero ahora, cuanto duele el pasar de sus ausencias, notar cada segundo desquebrajando mi paciencia y llevándome a escasos instantes de la locura, si es que al confesártelo no he cruzado el umbral de mi juicio. Déjame contarte y desahogar mi voz, que ahora desespera, prometo no girar mi vista y guardar silencio si es lo que deseas, ya me conoces lo suficiente para hallar en mi mente lo que necesito pronunciar.-
Mi cuerpo se precipita contra el mundo al platinado responder de mi vieja amante, el amable resplandor que aquella tan dulce y cruel compañera me daba libertad de voz, a condición como era de esperarse me prohibía verle, un pequeño pago en realidad por aquel tan peculiar sacrificio
-Aquí mi voz perece, cada segundo se ha hecho eterno, ¿cuántos he contado hasta ahora? , es fácil percatarse de ello, aquí están las marcas en mi piel, hechas presurosas por las espinas del tiempo.-
-¡Vaya!-
-Cuan peculiar me siento esta noche, cuantas ganas de gritar, no obstante callo, dibujo entre quimeras la calidez en las miradas, pero eso ya lo sabes… ¿cómo mas habría de derrumbar esta, mi “muralla”?, esta mi eterna mascara de rectitud y estabilidad, adiós serenidad y calma… ahora mismo soy yo realmente, tan lamentablemente expuesto en esta infame perspectiva, cuantas oportunidades de relajar mi mente y apaciguar mis penas más cuan vanas se hacen han no tenerle cerca.-
-Ahora si lo piensas bien, cuanta envidia he de tenerte al recordar; al caer de la noche podrías atraerle con tu deslumbrante encanto y hacerte a sus ojos siendo tú su compañía, si fuera tu cuán fácil seria, mas cuantas miles de veces más triste… a ser su celoso vigilante y nunca ser el responsable de su risa-
El brillo de mi afligida cómplice se consume, que poco prudente relatarle mis penas, pero poco en realidad comparado a su ofrenda, que grato fue poderle hablar una vez más, solo unos instantes de ella me ha llevado a reformar las voces en mi cabeza, ahora he comprendido.
No sabré como conformar mis ansias por esta noche, he de escapar, tomar entre mis brazos las sabanas y dejarme llevar por el cansancio tras tantas horas de fuga… dejarme caer en sueño y tomarle allí, donde se que ella también me espera… una pequeña venda por una nueva noche, quizás con suerte al despertar su aroma abrigue mi recinto o mejor sean su rostro tranquilo el que repose en mi pecho.
-Lo siento Lluna, una vez más mi imprudencias son las culpables de tus penas, pero comprende; aquella delicado soberana es la dueña de esta esencia, por esta y por cada una las noches a venir quizás como ella lo desea tras el llegar de los huesos este que hoy te habla le siga amando-

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