Comprendes que las horas arrastran los escombros de cada moralidad, entiendes con la facilidad con la que respiras que aunque los segundos profanos acogen las mentiras y nuestras partículas cambian… sin duda alguna cada segundo eso que fuimos, deja de ser y somos alterados por las circunstancias. Somos carne y hueso que muere cada instante… sabiéndolo, podría preguntarte desconocida… ¿quién eres tú?, ¿quien ahora habita ese distorsionado cuerpo?... y por último, creo recordar bien una lejana inocencia, ¿qué fue de su poseedora?
Bienvenida, Odina o quizás Quimera...
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