Agnóstica

miércoles, 16 de junio de 2010

 



Podría haber contado de estas noches lo minutos para hacer de cada una de ellas una detallada bitácora, y contarles a ustedes a lujo de detalles las venturas de mi gnosis. Pero quizás, el nublar de mis ojos o el temblor de mis manos me impidieron hallar en la pluma el refugio que tan cándida me ofrece, queriendo escapar habría huido a las colinas y gritado bajo la lluvia que nos fue tan acorde a mí y a mis cobardes, ellas que esta vez hicieron alusión a su nombre y se negaron a presentarse.
Entonces al no encontrar en tintas reposo podría recurrir a mi humanidad y naturaleza, sería interesante verme exudando ira y agarrotar las paredes hasta mancharles con pequeños cueros, piezas de piel y sangre de nudillos desquebrajados, pero aquellos ápices de mi cordura, que aunque muchos no lo crean aun existen en mi mente me devolvieron a mi actoral postura. ¿Acaso no recuerda de mi el arlequín y mi dulce mascara? Aquella impune, sonriente, franca y cordial, sin duda esa parte de mi que goza del sarcasmo y las cándidas expresiones de dicha…
(Vaya la primera de mis sonrisas reales en varios días acaba de dibujarse sobre mis labios, he de suponer que me veré disuelto en dulces tintes de parodia y millares de susurros unos tantos ajenos de mi raciocinio).
...Entonces no eleve mi sentir o presumí salvajismo… Si al ser tan humano, ¿qué otra salida me quedaría?, quizás muchas más les desconozco, aun he de admitir un dulzor sicópata por mi ignorancia y mis horas por vivir…
Por esta noche, guardare mis palabras y agradeceré, sin nombres o etiquetas… gracias por aquel cálido gesto, Pequeña divergente

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